miércoles, 29 de abril de 2009

COSTA ATLANTICA DE NICARAGUA: REFLEXIONES SOBRE LA RECIENTE DECLARACION DE INDEPENDENCIA MISKITU.


DECLARACION DE LA INDEPENDENCIA MISKITU:
REAL, COYUNTURAL O FALTO DE TIEMPO Y FORMA.

La Costa Atlántica de Nicaragua es el único territorio del país con un patrimonio cultural de origen británico-inglés en vez de español, aunque comparte parte de su historia con el resto de la población de habla hispana del país. Los primeros europeos que llegaron a esta región fueron los ingleses a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI. Los españoles monopolizaron todos los aspectos de la vida de la población nicaragüense, dejando a los ingleses el pleno dominio sobre los pueblos existentes en la Costa Atlántica.

Los nativos de la Costa Atlántica, a pesar de haber tenido en su historia varios “chiefs” que fueron proclamados por los ingleses, en la práctica nunca se pudieron establecer como gobiernos efectivos independientes en aquel entonces. Durante el siglo XIX los españoles empezaron a incursionar en los destinos de la Costa Atlántica, logrando incorporar en 1893 a toda la Costa Atlántica y obligando a los ingleses a retirarse del territorio ahora denominada nicaragüense. Sin embargo, ya incorporados oficialmente a la Nación nicaragüense, los nativos empezaron a verse deteriorados en sus condiciones de vida; las comodidades y asistencia brindadas por los ingleses ahora estaban ausentes; el comercio costeño decayó puesto que ahora todas las actividades económicas y productivas habían empezado a ser administradas por el Gobierno de Nicaragua y, de esta forma, se inició lo que desde hace muchas décadas venimos oyendo: abandono, aislamiento, marginación y discriminación de la Costa Atlántica.

En 1979 hubo una revolución nicaragüense que deterioró aun más las condiciones de vida de los pueblos indígenas y no indígenas de la Costa Atlántica, llevando a toda la sociedad caribeña a un deterioro social sin precedentes en toda la historia de esta región. Si bien es cierto que a finales de los años ochenta se promulgó la Ley No. 28 (Estatuto de Autonomía de la Costa Atlántica de Nicaragua), la reglamentación de ésta, una Ley de Idiomas y la Ley No. 445 relacionada con la territorialidad y demarcación de las comunidades indígenas, incluyendo las normativas constitucionales expresas en la Constitución Política de Nicaragua, también es cierto que desde la revolución de 1979 al momento actual, los niveles de vida económica, social, cultural y política se han caído a niveles muy poco humanos en toda la Costa Atlántica de Nicaragua.

En la reciente decisión del Consejo de Ancianos de la Nación Miskitu de declarar una independencia que nos tiene un poco confundidos a todos los nicaragüenses, no es raro encontrar en las calles a ciudadanos que se preguntan si “esta independencia es coyuntural, acertada en tiempo y forma, o si es definitiva y con todas las condiciones necesarias para que funcione un nuevo Estado en caso de ser un hecho la independencia en cuestión”. En la Costa Atlántica misma existe incertidumbre, pues la declaración salió en forma repentina y esporádica, sin ser consultada con todos los rigores técnicos, políticos y étnico-culturales. Otros se encuentran en una gran disyuntiva y se preguntan si la declaración de independencia es válida sola para los pueblos miskitus y un determinado territorio de la Costa Atlántica o si cubre todos los municipios y comunidades de las dos Regiones Autónomas: Atlántico Norte y Atlántico Sur.

Algunos expertos constitucionalistas han empezado a dar sus opiniones sobre esta declaración de independencia y confluyen en que jurídicamente no existe fundamento legal para la separación y división del territorio nacional; pero, sí coinciden en las causas históricas que han venido madurando la idea separatista desde el siglo pasado, lo que significa que los pueblos indígenas miskitus y su dirigencia no ven ni siquiera la mínima posibilidad de que sus pueblos puedan conseguir mejores niveles de vida con respeto y dignidad.

Además de lo expresado por estos expertos, es necesario tomar en consideración otros que confluyen entre sí para poder alcanzar una independencia real y total. Así por ejemplo: primero, asegurar la disposición del Gobierno de Nicaragua de ceder y facilitar la independencia; segundo, si existe una consulta ciudadana total y con todos los pueblos étnicos y culturales de la Costa Atlántica, teniendo como punto vital la realización de un referéndum y/o plebiscito; tercero, ver si los independentistas cuentan desde ya con una base sólida, económica y financieramente hablando, como para poder echar a andar un naciente Estado en la Costa Atlántica, esto implicaría tener una especie de “mecenas internacional” que se preste a facilitar las condiciones y capacidades del nuevo Estado; tercero, considerar la existencia de una declaración oficial de independencia escrita que tenga el apoyo de al menos unos diez países del continente americano, incluyendo un proyecto constitucional que regirá el nuevo Estado y sus poderes que lo conformarán; cuarto, cómo se prevé vigilar y controlar cualquier acto ilícito si de seguro no se cuenta aún con un Código Civil y un Código Penal y sus respectivos reglamentos, incluyendo la falta de otros códigos y leyes fundamentales para el desarrollo y crecimiento de todo Estado. Estamos seguros que estos factores aún no están cimentados ni definidos y esto puede ocasionar una hecatombe sin precedentes que puede ser peor para todas las poblaciones nativas de la Costa Atlántica de Nicaragua.

Consideremos lo que desde el siglo pasado hemos venido pregonando y reclamando:

a) no queremos una Costa Atlántica con enclave económicos neocolonialistas, pues económicamente son pocos rentables y políticamente son muy incómodos para el pueblo costeño;

b) desde que nacimos las generaciones actuales, hemos venido escuchando los reclamos de los pueblos indígenas de contar con su autogobierno como medio para la organización, autodeterminación y la participación ciudadana por sus intereses comunes con un proyecto de justicia y progreso social;

c) por la miseria y el abandono desde el año 1893 por parte del Gobierno de Nicaragua, el pilar de la lucha de los pueblos costeños ha sido abrirse paso la arena internacional y nacional, propugnando por sus derechos ancestrales y de vez en cuando demostrando el sentimiento hacia una idea separatista que se viene escuchando desde mediados del siglo XX; la actitud de los partidos políticos nacionales y de los “líderes costeños apolitizados” ha dado paso a una oligarquía costeña sin precedentes que ya no entiende el significado de las palabras “entendimiento y tolerancia”, de manera que, administran y manejan el poder en la Costa Atlántica sin "objetividad y realismo", indudablemente influenciados estos líderes por los respectivos caudillos que controlan y dominan la Nación nicaragüense;

d) los recursos naturales y el medio ambiente han sido deteriorados como nunca en toda la historia de la Costa Atlántica de Nicaragua, y han sido los mismo que controlan el poder político y económico los que han causado mayo empobrecimiento en las Regiones Autónomas, municipios y comunidades; y

e) no se ve humo blanco ni horizontes positivos que permitan a la población multiétnica de las Regiones Autónomas poder contar con la paciencia necesaria para seguir esperando que las cosas regresen a la normalidad, todo lo contrario, la globalización está amenazando con mayor empobrecimiento a muchas comunidades del mundo, y de este fenómeno no se escapa ni la misma Nicaragua entera. Peor aun, si los gobernantes de Nicaragua no están actuando con inteligencia y sabiduría en pro del bienestar y felicidad de todos los nicaragüenses.


Lo que hemos reflexionado hasta aquí me hace deducir que la declaración de independencia promulgada por un grupo de líderes miskitus, en este caso la representación oficial del Consejo de Ancianos Miskitu y el apoyo de algunos pastores religiosos, es y puede llegar a ser extremadamente compleja en todos los términos y alternativas que le busquemos a la independencia miskitu. En estos momentos no existe nada para iniciar un nuevo Estado; los promulgadores no cuentan nomás con la justificada voluntad y decisión de separarse de resto del territorio nacional, pero aparte de ello, es como estar teniendo grandes sueños y visiones de una Nación próspera, pero eso no se puede hacer realidad si los iniciadores de esta idea aún no cuentan siquiera con el patrocinio de un país poderoso, de una potencia mundial; es decir, no hay recursos ni infraestructuras ni marcos jurídicos de por medio, y todo eso lo debió prever el Consejo de Ancianos Miskitu y sus asesores para poder realizar el “grito de la independencia miskitu” en la Costa Atlántica.

En lo personal, retomo y sugiero lo que algunos costeños y este suscrito han venido haciendo ver en diferentes formas y medios, que lo más práctico es exigir al Gobierno de Nicaragua que le entregue a la Costa Atlántica una verdadera y real autonomía política y administrativa, hecho que los gobernantes y caudillos políticos no han querido tomar seriamente en consideración, pues siguen viendo a la Costa Atlántica como una “caja chica” o como “la gallinita de oro” para poder enriquecerse a base del empobrecimiento mismo de todas las comunidades multiétnicas.

Esto significa entonces, para que la “independencia” no nos separe y nos lleve a situaciones muy complejas a costeños y costeñas que vivimos en la Costa Atlántica, Managua y resto del país, que el Estado Nicaragüense debe a lo inmediato sentarse a analizar y reflexionar para que la Autonomía Costeña sea real en todas sus dimensiones y que el mismo Estado demuestre desde ya iniciando la descentralización integral de todas las instituciones estatales y la institucionalidad de las mismas para que sean los mismos indígenas y no indígenas que administren y decidan sus propios destinos sobre la base del aprovechamiento y control de sus propios recursos naturales y medio ambiente, tal y como lo hace Québec, Belize o el País Vasco. Si se decide lo contrario por parte del Gobierno de Nicaragua, al menos hemos planteado lo nuestro en beneficio de la Costa Atlántica y de la Nación misma, Dios nos juzgará al respecto. Dios bendiga nuestro futuro.

Artículo de ANavarreteC
29 de Abril del 2009.