Por: Alfonso Navarrete Centeno.*
Recientemente leía en una noticia esta interesante expresión del periodista, escritor y héroe cubano, José Martí: "La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla". Y, al mismo tiempo, observaba cómo esta expresión contrastaba con la del filósofo William James, considerado el precursor del cinismo pragmático estadounidense, cuando dijo que: "Sólo es verdad lo que me es útil". ¿Cómo entender la contradicción de estas dos expresiones que, sin lugar a dudas, es puesta en práctica en el mundo y en nuestro propio país? ¿De qué manera podemos apreciar las formas en que se desarrolla esta misma contradicción? ¿Cuáles serían las formas idóneas para reinsertar en la lógica normal los aspectos relacionados con la capacidad, la vida y el libre pensamiento de todos los seres humanos?
Veamos este fenómeno desde nuestro ámbito, es decir, desde el entorno en el que vivimos y tratamos de desarrollarnos como sociedad nicaragüense. Cabe mencionar que, este fenómeno lo tenemos enraizado en nuestro medio desde la independencia de nuestro país, pero desde hace unas décadas el mismo se ha agudizado y afinado hasta querer obligarnos a ser aceptado como tal. Para muchos, que en Nicaragua dicen encabezar partidos políticos, organizaciones sociales, sindicatos y gremios, la contradicción que nos ocupa es una constante en sus interioridades y estilos de enrumbar sus propias pretensiones. En ese sentido, estamos de acuerdo que en nuestro propio país las “cosas” se encuentran invertidas o contrarias a la lógica de la vida normal, de lo correcto y de lo que propiamente se conoce como verdadera capacidad individual o colectiva. Vemos a diario actitudes “bizarras” en las cuales a la verdad la quieren hacer aparecer como una mentira y la mentira como una simple verdad, o bien, aceptar la mediocridad como algo normal y las buenas aptitudes y capacidades como algo no indispensable para la Nación.
Lo anterior significa que, en Nicaragua y otros lados del mundo, lo que es verdad pero no le es útil al líder o caudillo, es mentira; y lo que es mentira pero le es útil al individuo, es verdad. Por eso, decir y defender la verdadera verdad puede costarnos insultos, vulgaridades, indiferencias, agresiones, amenazas, cárceles, exilios y hasta pérdida de nuestras propias vidas; pregonar y aliarse a la verdad es lesivo para el individuo que no anda por el buen camino, y para frenar cualquier actitud honesta o de bien, la persona aludida busca como transformar la realidad en una “verdad ficticia” que defiende bajo cualquier tipo de figura como “injurias y calumnias”, “conspiración”, “asociación para delinquir”, “extremismo mediático”, o simplemente “propaganda dañina del enemigo".
Por lo general, la contradicción o fenómeno, se desarrolla con mayor amplitud en el ámbito político y dentro de la esfera gubernamental; la sociedad así lo aprecia puesto que la política y el gobierno tienen impacto (negativo o positivo) directo en todos los estratos sociales. El fenómeno y/o contradicción lo desarrollan y lo magnifican a través de los distintos niveles de funcionarios gubernamentales, quienes al ser abordados y cuestionados, generalmente tienden a responder con groserías y amenazas, arremetiendo directamente contra aquellos que reclaman una sociedad justa, equitativa y honesta. En este sentido, los regímenes autoritarios vuelcan todo su odio contra “sus enemigos”, haciendo uso de la fuerza militar y del poder que se ostenta desde las instituciones y ministerios del Estado, oprimiendo y castigando de diferentes formas a cuanta persona se detecte no estar afín a las pretensiones de los ambiciosos de poder y riqueza, a sus mentiras y al uso útil de la mediocridad seleccionada por estos mismos individuos (de aquí salen los famosos tontos útiles).
Existen elementos claves que impiden que cualquier crítica responsable tenga éxito; todo lo contrario, estos elementos son utilizados para “concientizar” (“enrobotizar” diría yo) a grandes masas de seres humanos, provenientes especialmente de los sectores más pobres y necesitados. Estos elementos son, entre otros: a) utilización del ímpetu y vigor de la juventud del país; b) malversar y desvirtuar el destino de los aportes del contribuyente; c) recetarle a las “masas dominadas” mucho “pan y circo”, incluyendo las regalías y condonaciones; d) acaparamiento y monopolio de medios de comunicación; e) infundir la incertidumbre, el miedo y el terror a través de grupos de choque como las turbas, hordas, bandas, etc., o bien, utilizando ilegalmente el aparato militar y policíaco de la Nación; y f) creando nuevas “estructuras organizadas” ajenas al Estado y la sociedad misma, éstas se encargarán de hacerle notar al caudillo o tirano quién está con él y quién no, encargándose también de ser los que hacen loas al régimen de turno. Esto último….¡¡ fue una tónica practicada por el mismo Adolfo Hitler !! ….después otras tiranías del mundo le imitaron.
En Nicaragua, los últimos gobiernos se han caracterizado por criticar y amenazar a todo el mundo, pero no admiten críticas ni consejos de nadie. El actual gobierno (tildado de orteguista-murillista) ordena que se castigue al funcionario que no le sirve porque le critica, o que se agreda física y verbalmente con improperios a cualquier sector social que intente criticarlo. En el argot dictatorial, se nos quiere hacer ver como normal el hecho de utilizar las “propias armas del enemigo", es decir, tratar de convencernos que la verdad y la capacidad lo que intenta es afectar y dañar la “democracia” y la “libertad de expresión” que ellos mismos no permiten que se desarrollen tal y como lo hacen aquellos países civilizados que llevan y desarrollan toda una vida normal en provecho de sus pueblos.
Por otra parte, descalificar cualquier crítica, venga de donde venga, será tarea de personas que por lo general no cuentan con valores y ética moral, o se distinguen por su mediocridad (personal y profesional), debilidad que es utilizada por el autoritario o tirano, y así sustentar más el fenómeno y contradicción en cuestión. Lamentablemente, de estos salen los serviles, los tontos útiles y hasta los “sacrificados” que darán si es posible hasta la vida por su caudillo. Estos serán los encargados de llevar a cabo todo el atropello físico y verbal en contra del resto de la sociedad nicaragüense, caracterizándose este tipo de persona, por su mediocridad e incapacidad, de no poseer argumentos para refutar o debatir lo expuesto por aquellos que defienden la verdad y la capacidad por una Nicaragua civilizada y progresista para el bienestar de todos.
Esto es lo que observamos en nuestro propio entorno, una total incapacidad de encauzar a la Nación por las aguas normales del progreso, paz y tranquilidad; no se ven esperanzas por el aprecio al diálogo civilizado. Sin duda alguna, la actitud, inconsistencia e incapacidad de los políticos nacionales nos hace pensar que las nuevas generaciones no se escaparán a una problemática llena de violencia y, posiblemente, de guerra. Por su lado, si se sigue pretendiendo por establecer un régimen totalitario, sin argumentos suficientes para un debate con todos los estratos de la sociedad, y con fines ajenos a una agenda nacional, entonces no vemos una luz y un horizonte en provecho de toda la Nación y sus pueblos multiétnicos.
Si pretendiese algún día el gobierno, aunque dudo así sea, enrumbar al país por el sendero de un verdadero Estado de Derecho, lleno de sinceridad, justicia social, igualdad y prudencia política, posiblemente podríamos volver a encontrarnos con la verdadera verdad y con una capacidad recuperada que permita presentar criterios y acciones novedosas para el bienestar de todos los nicaragüenses.
Por el momento, solo queda sugerir la aceptación de puntos de vista contrarios, que gobernantes y gobernados seamos más creíbles y no propagandísticos ni demagógicos; francamente, en pleno siglo XXI y tercer milenio, seguir vociferando epítetos como “derechas”, “izquierdas”, “imperialismo yanki”, “socialismo salvaje “, “capitalismo salvaje”, etc., y, al mismo tiempo, querer justificar con mentiras y mediocridades el enriquecimiento ilícito a costillas del Estado y el dinero de los contribuyentes, son aspectos que ya no convencen al cien por ciento de la población de Nicaragua. Es mejor empezar a ser prudentes, humildes y, sobretodo, a pensar primero qué es lo que podemos hacer todos(as) por nuestra Patria, por nuestra Nación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario